lunes, 5 de abril de 2021

Neyba Informativo

Historia Emocional de Neyba


POR WILLIAN Y. ESTÉVEZ PERALTA

La microhistoria es una rama de la historia social de vital importancia para tener una visión amplia y diversa de los eventos del pasado. Los estudios microhistóricos nos colocan frente a los hechos y a las personalidades que acaso han sido tratados de refilón por los llamados historiadores oficiales. Estos muchas veces ignoran, acciones llevadas a cabo en los pueblos en procesos cruciales del devenir histórico, político, social y cultural de una nación.

Al escribir estas líneas, transitan por mi mente los nombres de sobrios investigadores de la historia de algunos pueblos dominicanos, tales como J.R. Orlando Reyes, Papo Fernández, Ricardo González Quiñones y Pedro Carreras Aguilera, de Sabaneta, Santiago Rodríguez; Olga Lobetty, de Montecristi; Mario y José Agustín Concepción, de La Vega, y Rafael Darío Herrera, de Mao, Valverde.

Los estudiosos antes mencionados tienen una producción historiográfica valiosa en torno a personajes que han gravitado en procesos históricos dominicanos, sin dejar de lado el análisis de la producción económica, del quehacer político y cultural de sus respectivos pueblos.

En esa misma dirección se orienta Armando Arturo Sosa Leyba, y nos lega un enjundioso ensayo: «Historia Emocional de Neyba». En las páginas de este libro se recoge la historia de Neyba, desde la época de los taínos, cuando Neyba era un nitainato del cacicazgo de Jaragua o Aniguayagua, hasta bien entrada la dictadura trujillista. Sosa Leyba (1981) importantiza la participación de los prohombres neiberos en las epopeyas nacionales.

En ese sentido señala que: Neyba, el 13 de marzo de 1844, con el Bautismo de Sangre de la República Dominicana, en la Fuente del Rodeo, había logrado la confianza de los dominicanos en su propia fuerza combativa, habían roto el mito de invencibilidad de las hordas veteranas de haitianos…

Fernando Tavera, neibero, fue el primer dominicano en verter sangre en ataque contra los haitianos luego del grito independentista; precisamente en Fuente del Rodeo, una comunidad de Neyba. La hazaña ha sido denominada por Sosa Leyba y algunos historiadores como «El Bautismo de Sangre de la República Dominicana». En esa refriega estuvo también Dionisio Reyes, otro de los bravos hombres de Neyba.

El regimiento neibero, donde destacó el coronel Lorenzo de Sena, fue decisivo para conseguir la importante victoria contra las hordas haitianas en la Batalla de Cambronal, el 22 de diciembre de 1855.

Los neiberos también apoyaron al patricio Francisco del Rosario Sánchez, en su rebeldía contra la anexión a España.

En La Canela, uno de los escenarios sureños de la Guerra restauradora, vuelve a dar la cara por la patria, Dionisio Reyes, uno de los grandes hombres de armas de Neyba, que ya había participado en refriegas independentistas.

Otros neiberos de armas que circulan por las páginas de «Historia Emocional de Neyba» son Juan Pedro Rodolí, Pedro de Sena, José Reyes de La Paz, Pablo Ramírez (Pablo Mamá), así como los intelectuales Tomás Bobadilla y Briones, Manuel de la Candelaria, Apolinar Perdomo y otros tantos pensadores nativos de la «Capital de la uva».

En lo concerniente al estilo, Sosa Leyba cuenta con una prosa diáfana y melosa. Tenía clara conciencia y manejo de los componentes del ensayo, género que articula lenguaje literario y carácter didáctico.

El autor vierte su personalidad intelectual en los temas que aborda, en ese tenor confluyen en Sosa Leyba el poeta y el prosista para regalarnos imágenes esplendentes sobre la geografía de Neyba:

El lago de cambiantes colores, gestador de caimanes y leyendas y un cielo más alto todavía sin máculas de nubes. Sigo viendo el paisaje muriendo y resurgiendo cada día, de inconclusas urgencias. La noche infinita de indescifrables sueños sin fructíferas metas. El hombre con la pasiva resistencia del cactus, medrando en la esterilidad de una tierra desamparada, ese hombre forjado a fuego lento que entierra a diario sus esperanzas sobre los secos surcos. Esa tierra donde escribe su nombre exacto la tragedia.

El párrafo anterior es digno de antología. Es imperativo señalar que Sosa Leyba pulió su prosa en el periódico «Cuartel», el cual fundó cuando pertenecía al Ejército Nacional. Más tarde en el «Listín Diario», donde publicaba su columna «Nuestra América Latina». Ese ejercicio escritural fue determinante para lograr un estilo refinado como escritor.

La lectura de «Historia Emocional de Neyba» nos arroja a un fascinante paseo por este combativo pueblo sureño, lar de poetas, músicos y hombres y mujeres que aman la patria de Duarte, Sánchez y Mella. Penosamente la obra está agotada. Esperamos con ansias una nueva edición, para nueva vez deleitarnos en las páginas que colocaron a Neyba en los estantes de la historia nacional.