Finalizado el año 2021, el mundo da la bienvenida a 2022. Los clásicos fuegos artificiales pusieron luz, en la plaza roja de Moscú, a la entrada de un año muy esperado por los ciudadanos. Atrás quieren dejar una época pesarosa, marcada por el coronavirus.
Símbolo de una era histórica y de una civilización, la icónica Acrópolis de Atenas asistió, imponente, al festival de luz y color que, como es tradición, se produce en los primeros minutos de cada 1 de enero.
Otra de las imágenes más reconocibles de la primera noche del nuevo año es la que ofrece la diosa de la Victoria desde lo alto de la Puerta de Brandemburgo, acogiendo la llegada de doce nuevos meses. Época que, en lo político, estará marcada por la gestión de un nuevo Gobierno, ahora ya, sin Angela Merkel al mando.
Con límite de aforo y restricciones, pero no por ello con menos ilusión, miles de ciudadanos asistieron a su tradicional cita con las uvas y las campanadas en la Puerta del Sol, en Madrid.
Para cuando el Viejo Continente, dejaba atrás 2021, en países como Australia, llevaban varias horas de festejos. La bahía de Sídney con su famoso puente y el palacio de la Ópera fue el centro neurálgico de las celebraciones.
Como es natural, dada la situación geográfica, poco después llegaba el turno de celebrar el nuevo año para algunos países de Asia. Taipéi, en Taiwán, y Bangkok, en Tailandia, entraban en 2022 envueltas en las luces, el estruendo y el color, propios de los fuegos artificiales.
Un festival de pólvora que iluminó la noche en Dubái, sede de una esperada exposición universal que apuesta por la sostenibilidad y la tecnología. Luz y más luz, con Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, como protagonista de la que, para muchos, es la noche más esperada del año.