A pesar de nuestro país (República Dominicana) ser el único a nivel mundial que posee en el centro del Escudo Nacional la Biblia abierta en el Evangelio de Juan 8:32, considero como un hecho muy penoso que ni desde el gobierno central ni otras autoridades nacionales o locales resalten esta característica/privilegio como nación, por lo menos una vez al año el 27 de septiembre cuando se celebra el “Día Nacional de la Biblia”.
Debo criticar la falta de voluntad de nuestras autoridades por repetir el mismo patrón de los pasados Gobiernos, al no dar la importancia debida a la celebración del Día Nacional de la Biblia, este martes 27 de septiembre, donde no vi ni escuché alguna publicación o promoción alusiva a este día desde el Gobierno o alguna institución pública, si fue que lo hicieron.
De acuerdo a los datos históricos el Día Nacional de la Biblia está amparado en la Ley 204-84. Este día se estableció tras ser ideado por el reverendo Álvaro Vicioso Santil, quien fuera pastor de la primera iglesia Evangélica Dominicana en San Pedro de Macorís, en los años 80. Pero en la actualidad, aunque decimos que este es el mes de la Biblia, poco se menciona no importando que esté en nuestro Escudo.
Tenemos que recordar que nuestros padres de la Patria, especialmente Juan Pablo Duarte, lucharon por la independencia de nuestra nación teniendo presente los principios cristianos. No es una casualidad que como nación llevemos en nuestra bandera el lema: Dios, Patria y Libertad, demuestra el nivel de fe hacia el Creador que impulsó a los independentistas a mantener las esperanzas y al final lograr la victoria.
La Biblia, es conocida como la Santa Biblia o el Libro Sagrado, donde se encuentran textos religiosos del judaísmo y el cristianismo. Es una colección de varios libros que incluyen historias sobre los judíos, Jesús y los seguidores de Jesús, mandatos de Dios a su pueblo, alabanzas a Dios, palabras sabias y de vida, así como los acontecimientos proféticos por los que ha de atravesar el mundo.
Es mi deseo que este artículo despierte a nuestras autoridades, locales y nacionales, para que resalten las características religiosas que llevamos incrustadas en nuestra bandera, y que además el Día Nacional de la Biblia, no pase por desapercibido, sino que se puedan llevar a cabo actividades y promociones dirigidas a destacar la importancia de la lectura de la Biblia, como hacemos con otros días que ni siquiera están amparados por ley como este.
Con este mismo propósito, me dirijo a la comunidad evangélica de nuestro país. Ante el poco o ningún interés del Estado, de resaltar el Día de la Biblia, por los medios de comunicación ni realizando actividades; es necesario que la propia iglesia decida hacerlo, para seguir proclamando que la Biblia, uno de los libros más reproducidos y leídos de toda la historia de la humanidad, sigue siendo la palabra de Dios, que transforma al ser humano.
El autor es líder evangélico, psicólogo y periodista, reside en Neiba, Prov. Bahoruco