Una misa y plegaria por la vida y las tierras de las 390 familias desalojadas hace dos años de sus casas y predios agrícolas para dar paso a la construcción de la presa de Monte Grande fue oficiada este martes 25, a las 5 de la tarde, en el salón multiuso de la escuela Carlos Vargas del nuevo centro poblado del mismo nombre por Monseñor Tomás A. Concepción, obispo de la Diócesis de San Juan de la Maguana.
Al acto litúrgico asistieron decenas de familias cuyas
mejoras, parcelas y cosechas se encuentran hoy y desde hace 2 años sumergidas bajo
el lago de la presa, quienes esperanzados abarrotaron el amplio espacio del
salón escolar para escuchar la plegaria que en su favor elevaría al Señor el obispo
Concepción, atendiendo a solicitud suya a través de los líderes de sus Comités
de Protección y Defensa de las comunidades afectadas: Monte Grande, San Simón,
La Meseta, Los Güiros y Hato Nuevo Cortés. Les acompañaron delegaciones de la
Coalición Enriquillo, la Articulación Nacional Campesina y Lemba.
El Monseñor elevó su plegaria al Altísimo para que terminen los sufrimientos del pueblo de Dios que habita en Monte Grande, para que la paz espiritual vuelva a sus corazones y el bienestar material a sus hogares a través de la tierra prometida y el agua. Y les exhortó a que se mantengan unidos con el amor del prójimo para que esto se haga posible
Entienden los damnificados que con la plegaria y apoyo
de la iglesia pudieren llegar a tocar el corazón de los funcionarios del
gobierno, que desde hace más de 2 años los tienen cargando la pesada cruz de un
doloroso viacrucis, al incumplir con los acuerdos firmados por el Estado
dominicano, a través del INDRHI y el IAD, al momento de sacarlos de sus casas, destruirles
sus cosechas y desarraigarlos de sus predios.
Mediante estos compromisos el Estado se obligó a entregarles
sendas parcelas de 30 tareas de tierra en un asentamiento agrícola cercano, con
agua para riego presurizado, asistencia técnica y comercial, equipo y créditos
para la producción, pagarles sus mejoras y cosechas destruidas a precio justo, proporcionarles
un sustento a cada familia, hasta tanto las tierras del asentamiento agrícola
estuvieran en producción y construirles una vivienda digna en un nuevo centro
poblado con todos los servicios públicos y sociales. Hasta el momento, sólo las
viviendas han sido entregadas, mientras que con los pagos de los daños sufridos
y la ayuda económica familiar temporal no se ha cumplido como fue acordado, pues
solo algunas familias los han recibido parcial e irregularmente.
Pero el aspecto fundamental de los compromisos, que
son las 30 tareas de tierra en el asentamiento agrícola, porque con ellas es
que las familias generarían los ingresos para su sustento, bienestar y progreso
aún sigue en el aire, sin solución, después de 2 años de continuas reuniones
con ministros y directores generales en el Palacio y en el Campamento del
proyecto, en las cuales se han precisado y afinado más dichos compromisos para
su concreción. Pero todo no ha sido más que promesas demagógicas, indolentes
engaños y puros mareos, incluyendo la última del día 5 de marzo recién pasado en
Monte Grande, con el ministro de la presidencia, José I. Paliza, quien prometió
que en la siguiente semana se empezaría a resolver el compromiso de entrega de
10 tareas de tierra primeras en Monte Grande, pero nada ha ocurrido.
El que no se haya cumplido con esta obligación es lo
que genera la carga de sufrimientos que están padeciendo las familias de Monte
Grande, que los ha llevado a la protesta hasta frente al Palacio y a decir que
prefieren morir luchando en las calles, caminos y carretera que de hambre
encerrados en sus casas.